Jesús Caído entraba en Santa Isabel de los Ángeles y se despedía de su barrio hasta el año próximo.
Mientras, en la Iglesia de la Asunción, se ultimaban los detalles finales antes de que el Stmo. Cristo de la Expiración y María Stma. del Amor se reencontraran con los villacarrillenses, en la mañana del Viernes Santo de 2009.
Son las 11:30 de la mañana, el cielo está despejado y el sol luce tímidamente. Los asistentes con la mirada fija en el interior de la Puerta de Umbría, a la espera del ansiado momento y la Agrupación Musical de la Cofradía, preparada para engrandecer la salida de sus Titulares con sus marchas.
Pronto se escucharon toques de campana, los hombres de trono, con el paso en los brazos, sacaban a su Cristo a las calles de Villacarrillo.
El exorno floral muy logrado, claveles rojos, lirios morados, alhelíes blancos y malvas y cuatro ciriales con velones granate custodiando el paso. Un auténtico Gólgota que resaltaba aún más la resignación del Rostro del Señor Expirante y la amargura de María Magdalena postrada ante la Cruz.
Tras una salida complicada y encontrándose ya extramuros del Templo, el paso de misterio lucía regio con un movimiento lento acompañado de una sinfonía sublime.
Poco tiempo después, iluminada por la fresca luz de la mañana de abril y envuelta entre su candelería, las flores y el terciopelo burdeos, la Virgen del Amor comenzaba su andadura tras su Hijo.
La talla de María Stma. es una de las imágenes de más reciente incorporación en la Semana Mayor villacarrillense. Pero eso no ha sido un impedimento para ganarse el cariño y la devoción del pueblo de Villacarrillo.
El cuerpo de anderas mece a su Señora de forma delicada y suave, generando un paso elegante que cautiva y emociona a aquellos que la ven pasar.
El desfile procesional sobrio, austero, arranca con la soberbia Cruz de Guía. Las filas de raso negro por el semiluto de sus penitentes, la cruz roja en las capas, las niñas de toca mantilla delante de la Virgen, los estandartes uno junto al otro, el antiguo guión,… todo el cortejo tuvo que regresar a la Asunción habiendo recorrido solamente los ruedos de la misma.
Tristeza y desilusión en sus cofrades, por verse truncada su estación de penitencia por la amenaza de toda Cofradía en Semana Santa, la lluvia.
No obstante, dentro de la iglesia tuvieron lugar momentos irrepetibles y muy sentimentales para más de uno. El ambiente impregnado de incienso, la Agrupación Musical extraordinaria y de fondo el renacimiento vandelviriano; un marco sensacional que arropó varios encuentros entre la Virgen y el Cristo, emocionando a la gran muchedumbre congregada.
Se vivió de forma diferente. Otra escena semanasantera jamás recreada, entre la multitud instantes íntimos y un recogimiento distinto al de la calle.
Los Reyes de la Mañana del Viernes Santo brillaron de igual manera, pese a la inclemencia del tiempo. Los presentes, sencillamente, unos privilegiados.
Imágenes facilitadas por: Paqui Vázquez y Antonio Félix Pérez.